Hoy me ha surgido una reflexión que me ha parecido bastante curiosa y es en cómo acostumbramos a vivir. El movimiento psicológico que hacemos cuando pensamos la vida es como que en todo momento estamos levantando una imagen mental de nosotros para interactuar en el mundo. Todo esto está muy automatizado; «damos vida» a ese yo psicológico, a ese personaje mental para interactuar en el mundo, y lo hacemos de una forma constante, muy rápida y totalmente automatizada. Que si lo ves de esta forma, es increíble.
¿Como hemos podido aprender a hacer todo esto? la verdad es que consume mucha energía. En un primer momento, esto parece muy normal, pero si te das cuenta, en todo momento es como tener que estar dando vida a ese yo psicológico personal para vivir la vida. Ya que te experimentas como algo separado de la vida, estás tú y está la vida. Es decir, que has creado una identidad personal, un individuo, por lo que en todo momento estás utilizando ese individuo y esa entidad personal para vivir la vida ajena a ti, esto lógicamente.
Puede parecer muy normal. Al haber un yo que está viviendo la vida, ese yo quiere vivir una vida mejor, quiere vivir ciertas cosas, tiene una serie de necesidades, tiene unas expectativas, tiene un pasado, tiene un futuro, tiene una serie de rasgos, habilidades, debilidades y un sinfín de rasgos psicológicos que conforman ese yo psicológico. Y en todo momento estamos sosteniendo esa imagen mental para vivir esta vida y continuamente estamos sosteniendo a toda esa imagen mental para que no decaiga, para que no muera, estamos.
Continuamente alimentando esa imagen mental para vivir la vida. Visto de esta forma, es una vida totalmente pensada que cada vez cuesta más mantenerla, puesto que cada vez pesa más, cada vez hay más rasgos psicológicos, cada vez hay más sucesos psicológicos, más pasado, más futuro, más expectativas y cada vez tienes esa imagen de ti más pesada, más grande y cada vez te oprime más. Entonces, la reflexión que me surgía hoy era la gran cantidad de energía que utilizamos para hacer todo este movimiento psicológico en todo momento.
Incluso pensamos en vivir en el presente con ese personaje psicológico porque ahora eres tú quien quiere vivir el presente, como si el presente fuera algo ajeno a ti. Igualmente, este sostener a esta imagen mental le llamamos vivir mi vida, vivir esa parcela de vida que has creado en tu cabeza. Y en muchas ocasiones puedes ver información, leer libros, ver vídeos que te hablan del presente, que te hablan de la esencia, que te hablan de la unidad, y ahora esa imagen mental también quiere ser y unirse a esa unidad y quiere.
Participar en eso que escuchas y ves, y al final se trata de un seguir sosteniendo esa imagen en todo momento por miedo a desaparecer. Y siempre pienso que no hay nada que hacer desde esta imagen mental, puesto que todo lo que quieras hacer desde esa posición no tiene ningún sentido. Sin embargo, con el mero hecho de poder ser consciente de todo esto, de todo lo que está sucediendo y todo ese mecanismo que utilizas para seguir manteniendo esa imagen de ti, te coloca en otra posición totalmente diferente. Pienso que todo ese condicionamiento es.
El que poco a poco se va deshaciendo y se empieza a caer cuando ese testigo puede observar ese funcionamiento y es cuando empieza a dejar de tener sentido el tener que estar levantando esa imagen cada vez que interactúas en la vida. Porque al final se trata de un proceso de desidentificación, es un proceso de desidentificar cada uno de tus pensamientos. Y aunque los puedas estar pensando, ya no genera identificación hacia cada uno de esos pensamientos. Estoy seguro que en algún momento has podido experimentar todo esto.
Sin identificarte con ninguno de tus pensamientos o incluso cuando hay ausencia de pensamiento, que puedes ver como algo unido a la propia vida, como una extensión de la vida y no algo que se piensa diferente a la vida. Ese fluir del que tanto se habla sería ese, esa identificación con la vida misma, con el momento mismo, sin separarte de ella, sin pensarla, sin crear un personaje independiente a la vida, sin crear una identidad personal externa a la vida. Porque tampoco se trata de que sea algo malo crear una identidad personal.
Porque esto también suele suceder como una meta a alcanzar, el no identificación, la iluminación, el no pensamiento. También hay una serie de creencias en base a todo esto, a verlo como algo malo y algo que, como objetivo, quieres eliminar. Y tampoco creo que se trate de todo esto, porque al final es más una inclusión de todo esto más que una exclusión. Digamos que en todo momento tenemos la opción de poder elegir si queremos ser ese pequeño personaje que se piensa, esa pequeña identidad, o podemos elegir en nuestra identidad real como vida que.
Incluye a ese pequeño personaje intentando vivir externamente a la vida. Creo que es el único libre albedrío que tenemos, el poder elegir entre estos dos sistemas de pensamiento. Podría llamarse el propio pensamiento observador que ve a esta identidad, a esta pequeña identidad personal, que no se identifica con cada uno de esos pensamientos y puede verlo y puede ser consciente de todo ese flujo mental sin identificarse. Y desde esta lógica de pensamiento, eres totalmente libre. Adquieres como una dimensión diferente y la otra lección es creyéndote que eres.
Lo que quiero decir con todo esto es que tenemos la capacidad de elegir cómo queremos vivir nuestra vida. No se trata de eliminar esa identidad personal que hemos creado, sino de ser conscientes de ella. De entender que no somos solo ese pequeño «yo» psicológico, sino algo mucho más grande. Al final, la verdadera libertad no está en deshacernos de esa identidad, sino en incluirla en una comprensión más amplia de lo que realmente somos.
Así que la próxima vez que te sientas atrapado en ese ciclo interminable de pensamientos, expectativas y preocupaciones, recuerda que tienes otra opción. Puedes elegir ver más allá de esa pequeña identidad y experimentar la vida desde un lugar de mayor libertad y comprensión.